Comienza, benigno, el otoño y un vientecillo incierto silba en los oídos de la piel de toro. Se desmorona, entre Madrid y Sevilla, un gran partido de la transición, inducido por intereses internos y externos no precisamente neutrales. Rebosan los juzgados de presuntos implicados de otra gran formación que, sin embargo, sigue subiendo en las encuestas. Desaparece de Galicia y el País Vasco el nuevo partido que parecía que iba a arrasar en las Españas. Aparecen fiscales que desean inhabilitar a dos señoras y un señor muy elegantes por haber organizado una macro-encuesta política en Cataluña.
Amenaza el Tribunal Constitucional con volver a legalizar la tortura de los toros en las plazas públicas catalanas. Observan de reojo el guirigay algunos catalanes desconectados queriendo imaginar que todo ello les resulta ajeno. Resurge un político de media intensidad diciendo que quiere montar otro partido. Aparecen unos, desaparecen otros, sale Borrell pidiendo diálogo, el Barça no acaba de chutar y, como cada año, la gente vuelve a proponerse adelgazar, ir más al gimnasio y ponerse a estudiar inglés seriamente.
Paralelamente, el consumo interno se reanima, la exportación no cede, InterMèdia cambia de logo y más de 500 empresas se instalan cada año en el distrito barcelonés del 22 @, según informa a toda página un diario económico madrileño.
Los signos indican, pues, que realmente, ha comenzado la temporada. Procuraremos que sea la mejor de nuestras vidas. No nos faltan ganas ni buenos augurios ni deseo de compartirla con todos vosotros.
¡Feliz otoño y feliz temporada a todo el mundo!
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