Últimamente se han producido un par o tres de hechos en el mundo del periodismo que vale la pena analizar aunque sólo sea un poco. Uno es la publicación de sendas reflexiones sobre el oficio de informar por parte de dos prestigiados profesionales, Ramon Besa de El País y Carles Capdevila del Diari Ara. El otro se contiene en una encuesta del Colegio de Periodistas de Catalunya sobre el estado de satisfacción laboral de sus asociados. Y el tercero sería una mesa redonda que tuve el honor de moderar en Igualada, organizada por la demarcación central del Colegio de Periodistas, con directivos de cuatro organizaciones de relieve: Feria de Igualada, Recstores, Munich Esports y Punto Blanco.
Resultado? Incertidumbre. Carles y Ramón se preguntan qué sentido tiene hacer de periodista, es decir, de investigador, en un marco de trabajo donde toda la información llega ya previamente pautada, procesada y lista para «ir a imprenta» como se decía antes. La encuesta dice, básicamente, que los periodistas no están contentos con su trabajo. Y eso, a pesar de tener trabajo, añadiríamos. Y, finalmente mis amables contertulios de Igualada, destacaron que esto del periodismo está muy bien, pero que la gente joven ya no lee periódicos.
Y el caso es que todo el mundo tiene algo de razón y nadie la acaba de tener completa.
En cualquier caso, creo que habría que hacer un buen seminario para hablar sobre las diferencias – y complementariedades- que hay entre el periodismo de fuentes, que se hace desde los gabinetes y las agencias de comunicación, y el periodismo de medios; sobre las diferencias y complementariedades entre periodistas y bloggers; las que hay entre periodistas profesionales y periodistas ocasionales, y las que hay entre periodistas, en general, y propagandistas, en particular. Y de cómo convendría que todos estuviéramos sometidos a las mismas normas deontológicas.
¿Quién se anima a convocarlo? Empieza a ser urgente.
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