Eran públicos diferentes, evidentemente. El primero estaba integrado por responsables de comunicación corporativa, responsables de producto y responsables de marca. Gente muy preparada y sobre todo, muy atenta. El encuentro fue el penthouse de un edificio emblemático y tecnológicamente avanzado del 22 @. El otro fue en la sala de prensa del Centro Internacional de Prensa de Barcelona, en un edificio de la Rambla Catalunya, 10, que habría, sinceramente, actualizar tecnológicamente, pero que me resultó igualmente interesante en cuanto al talento profesional que se reunió tanto en un lugar como el otro.
Las explicaciones, evidentemente, fueron un poco diferentes, pero los rasgos comunes de ambos encuentros me permitieron aprender y confirmar una serie de cosas.
Primera. – Que la información es un monólogo y la comunicación es un diálogo.
Segunda. – Que la comunicación es la organización empresarial o institucional como la respiración es el ser vivo: una necesidad vital, en el sentido más literal de la palabra.
Tercera. – Que las organizaciones demasiado rígidas y jerarquizadas progresan con muchas más dificultades que las flexibles. Sobre todo, por falta de respiración. Es decir, de comunicación interna y externa.
Cuarta. – Que el periodismo es una disciplina profesional basada en técnicas absolutamente necesarias para desarrollar cualquier actividad humana: establecimiento de redes de información adecuadas, búsqueda de información, procesamiento y análisis de datos, informe, conclusiones, exposición de resultados …
Quinta. – Que todo el mundo tiene un producto o un servicio a vender y que hay que saber explicar en 15 segundos. Sobre todo, los periodistas.
Sexta. – Que la presentación de cualquier tema es básica y la primera impresión es fundamental.
Y otros que ahora no recuerdo.
Pero, sobre todo, hay algo que me ha intrigado bastante este fin de semana. Entre unos y otros asistentes quizás había más de cincuenta personas. Pero se me haga decir, me acuerdo más de cuatro o cinco rostros y de cuatro o cinco nombres de cada sesión que no del resto.
¿Por qué? ¿Quizá porque al momento de presentarse no todo el mundo supo encontrar el punto de interés, el titular, el gancho, que podría haber hecho que las recordara al terminar la sesión? ¿Quizá porque unos se pensaron y otros no? ¿Quizá porque los que no recuerdo fueron distraerse al momento de aplicar alguno de los dos últimos puntos que acabo de mencionar en sus intervenciones?
No lo sé todavía. Pero os prometo que, yo, pensaré.
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