El vicepresidente de la International Gas Union (IGU), Andrea Stegher, defendió que para hacer frente a los retos actuales de suministro de gas natural, “se necesitan más inversiones, más infraestructuras y más gas natural licuado”. En una conferencia organizada por la Comisión de Energía de los Ingenieros Industriales de Catalunya y la Asociación Española de Gas (Sedigas), Stegher analizó la situación actual de los mercados y flujos del gas, la posible falta de suministro, la evolución de los precios a medio y largo plazo, así como la ausencia de interconexiones y el rol de los gases renovables como alternativa al gas natural.
El decano de los Ingenieros Industriales de Cataluña, Narcís Armengol, destacó “el rol fundamental en los próximos años del biometano, el hidrógeno y los combustibles sintéticos, para dar respuesta al 60% de la demanda energética en Cataluña” y criticó “la política energética errática ya menudo inexistente de la Unión Europea con decisiones como la de menospreciar el uso del gas natural como elemento fundamental de la transición energética”.
La dependencia europea actual de las importaciones del gas natural ha demostrado que «Europa ya no es el centro del mundo porque sólo supone el 14% del consumo energético mundial«, explicó Stegher. El vicepresidente de la IGU avanzó que, en cuanto al suministro energético, «los próximos tres años seguirán siendo complicados y que todo dependerá de la capacidad de recuperación de países como China«.
Según Stegher, es necesario poner en marcha un cambio de mentalidad en cuanto a la transición energética, ir más allá de 2050 y dar una mayor visibilidad a inversiones que son a largo plazo (como las gasistas) para atraer inversiones. «Es necesario abrir las puertas a la innovación y, si queremos llegar al objetivo de cero emisiones limpias, es necesario promover la captura y almacenamiento de dióxido de carbono y el desarrollo de los gases renovables», añadió.
El vicepresidente de la IGU se mostró escéptico frente al tope europeo al gas y calificó de peligroso hablar de la reducción de la demanda industrial porque puede suponer su destrucción y desaparición. «Debemos poder conjugar la producción, las infraestructuras y la demanda y hacerlo de una manera global«, señaló.
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