ABC, El Mundo y La Gaceta son los tres únicos periódicos con sede corporativa en Madrid que siguen produciendo titulares en portada acerca del ya célebre editorial de las doce cabeceras catalanas en defensa de la dignidad de Catalunya.
Por parte contraria, es El Periódico el que presenta un esclarecedor panorama de sondeos de opinión pública, en el que no parece que esté muy claro el rechazo de la mayoría de los españoles a la citada toma de posición. Una posición que es secundada en Catalunya por toda suerte de ayuntamientos, organizaciones empresariales, profesionales, cívicas, culturales, religiosas y deportivas, con la única excepción del PP catalán.
¿Raro, no? Tan raro, que Jiménez de Parga se escandaliza desde las páginas de la Gaceta agitando el espantajo del Movimiento. Tan raro, que algunos focalizan su estupor en ERC, su bestia negra preferida. Tan raro, que los habituales argumentos antiestatutarios esgrimidos por el equipo opinador habitual empiezan a buscar inspiración en otras fuentes: ya no se trata de «la voluntad de los catalanes secuestrada por una élite de políticos que sólo miran por sus turbios intereses, al margen de los problemas que realmente interesan a la gente». Eso, a la vista de las adhesiones recibidas, ya no se sostiene. Ahora empieza a abrirse camino una línea de pensamiento mucho más peligrosa. Ahora es que la «sociedad catalana está enferma» .
Y, claro, a los enfermos, sobretodo mentales, hay que curarlos, ya sea de buen grado o a la fuerza.
Y ahí sí que puede empezar a haber un problema.
¿Raro, no? Tan raro, que Jiménez de Parga se escandaliza desde las páginas de la Gaceta agitando el espantajo del Movimiento. Tan raro, que algunos focalizan su estupor en ERC, su bestia negra preferida. Tan raro, que los habituales argumentos antiestatutarios esgrimidos por el equipo opinador habitual empiezan a buscar inspiración en otras fuentes: ya no se trata de «la voluntad de los catalanes secuestrada por una élite de políticos que sólo miran por sus turbios intereses, al margen de los problemas que realmente interesan a la gente». Eso, a la vista de las adhesiones recibidas, ya no se sostiene. Ahora empieza a abrirse camino una línea de pensamiento mucho más peligrosa. Ahora es que la «sociedad catalana está enferma» .
Y, claro, a los enfermos, sobretodo mentales, hay que curarlos, ya sea de buen grado o a la fuerza.
Y ahí sí que puede empezar a haber un problema.
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