Cuando Intermèdia celebra años, yo también celebro una parte de mi camino. Porque hablar de esta agencia es hablar de mis inicios, de los primeros pasos en el mundo de la comunicación… y también de un destino que, después de algunas vueltas por el mapa, me ha vuelto a llevar allí.
Entré en la Intermèdia de la calle Entença como consultora júnior. Fue allí donde descubrí qué significa realmente hacer comunicación corporativa y entendí que ese era mi lugar. Tuve la gran suerte de contar con una mentora de las buenas, Roser Alcocer, que me transmitió todo lo necesario para salir adelante en este oficio con rigor, pasión y buen criterio. De aquella etapa guardo muy buenos recuerdos, también de los clientes con los que trabajé, como Cementiris de Barcelona o Caixa Penedès.
Después de unos años en IP Comunicación, la vida me llevó lejos. Concretamente a Guinea Ecuatorial, donde emprendí mi propio proyecto como consultora. Allí, la comunicación corporativa aún era una gran desconocida, y fue todo un reto hacerla entender y hacerla crecer. Pero puedo decir con orgullo que dejé huella: aún hoy hablo con jóvenes ecuatoguineanos que me cuentan que han decidido dedicarse a este campo. Y debo confesar que no hay mayor satisfacción que ver cómo tu propia trayectoria puede inspirar a nuevos talentos a sumarse al mundo de la comunicación corporativa. Porque compartir conocimiento también es hacer crecer la profesión.
Más adelante, mi vida personal dio un giro importante y dejé atrás el clima ecuatorial para volver a casa, a Barcelona. Continué mi trayectoria como profesional independiente, una etapa que me dio la flexibilidad y las oportunidades que necesitaba en ese momento vital.
Pero el destino aún me tenía preparada una sorpresa: de la mano de IP Comunicación, volví a Intermèdia. Primero como colaboradora externa, y después como parte del equipo interno, ya como consultora sénior. Y nuevamente compartiendo proyectos con Roser. ¡Quién nos lo iba a decir!
¿Estoy cerrando el círculo ahora? No lo creo. Los círculos, si me preguntáis, no se cierran, se hacen más grandes. Y en este caso, más sólidos, más ricos, más llenos de complicidades y experiencias compartidas.
Por eso, este 35º aniversario también lo siento un poco mío. Y solo puedo decir: gracias. Gracias por la oportunidad de empezar, crecer, volver… y continuar en esta casa. ¡Por muchos años más, Intermèdia! ¡Que sean, como mínimo, 35 más!