Al borde de la burbuja inmobiliaria, a la que tantas cosas le tenemos que agradecer, rara fue la administración local y autonómica que no apostó por su propio aeropuerto comercial. Pero ahora, con la crisis triunfante, se han convertido en infraestructuras sin uso. El último ha sido el aeropuerto de Castellón, pero hay otros. El Periódico propone un viaje por estos aeropuertos fantasmas.
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