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Publica Manuel Mandianes un espléndido artículo en la página 31 de El Mundo del pasado viernes que se titula «de tópicos y gallegos». Mandianes es doctor en antropología, en teología y en ciencias políticas. Y además escribe como los ángeles. La tesis principal del artículo -de lectura muy recomendable- parte de una anécdota conocida: la señora Rosa Díaz se columpió el otro día diciendo que el presidente Zapatero parecía un gallego «en el sentido más peyorativo de la palabra». Los gallegos, lógicamente, se pusieron como un oso panza arriba, y Zapatero, ágil como una gacela, respondió que, para él, ser gallego sería todo un honor.
Porque lo importante es centrarse en el análisis que Mandianes hace del tópico. Dice el articulista sobre el uso de los tópicos, que «se trata de un mecanismo de autoafirmación que denigra al vecino y no necesita de ningún tipo de justificación porque es communis opinio, y tiene la utilidad de resarcir y servir de terapia al grupo»…. «la función de este lenguaje no es la de transmitir información sino expresar el orgullo que siente el hablante de pertener al grupo del que es miembro».
O sea, que Mandianes la clava. Y en este mundo, en el que demasiados son los que van por la vida marcando territorio con su orín, y en el que demasiados son los que necesitan de autoafirmación constante a través de una crítica permanente sin piedad y sin matices, valía la pena destacar opiniones tan autorizadas como las de Mandianes..
Y tener la capacidad suficiente para poder distinguir siempre entre crítica y venganza. Y, sobretodo, entre crítica, autoafirmación (personal o colectiva) y simple agresión tribal
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